Este proyecto, llamado Radiograbadoras de Barro, llevó dos años en completarse, es una colaboración con mujeres artesanas nahuas de las regiones de San Agustín Oapan en el estado de Guerrero y el pueblo de Cuentepec en el estado de Morelos. El proyecto resignifica procesos artesanales y crea un diálogo entre el discurso del arte contemporáneo y la producción, distribución y venta de arte popular en estas regiones. La artesanía en barro que producen estas poblaciones se ha visto amenazada debido a la migración a los Estados Unidos y las grandes ciudades de México, también a la poca importancia y mercado que actualmente tiene el arte popular de las poblaciones indígenas y el abandono del campo y otros procesos de subsistencia y resistencia cultural. Al elegir la radiograbadora como un símbolo y un ícono entre ambos contextos, es posible crear un puente de reciprocidad; aunque este dispositivo ya está en desuso y obsoleto tiene una gran vida en el inconsciente y la nostalgia colectiva de las ciudades, en el campo era el objeto deseado y una de las primeras cosas enviadas por los campesinos que se fueron ilegalmente a los Estados Unidos.
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