Lo fantástico de lo irreal presenta una selección de artistas cuyo factor común son sus referencias cruzadas tanto a la realidad como a la irrealidad haciéndolas convivir en extraños mundos atemporales y lúdicos donde viven Robotina, las Meninas, el Hentai, los verdugos de la inquisición, los luchadores de plástico, el Guernica y las lagartijas sexys. Lo que es, en sentido literal, un universo.
Dentro del repertorio de creadores nos da la pauta Armando Romero quien logra envolver toda obra que se cruce con su proceso creativo en ese tono satírico y burlón tan representativo de su trayectoria. Su inspiración surge de todo lo que ve, desde pintores clásicos como Manet, Brueghel o El Bosco hasta los cómics y el graffiti. Romero manifiesta una interesante voluntad por no dejar ni una imagen marginada por lo que su alcance artístico no conoce fronteras aún en la convivencia del pasado con el presente, que resulta tan natural en su obra.
Valerie Campos presenta su serie Where dreams come true; eslogan tomado de Walt Disney que nos abre las puertas a espectáculos visuales tan eróticos como crueles: una emoción estética formada a partes iguales de horror y maravilla. Valerie ha tomado y transfigurado metafóricamente la serie Los Caprichos y desastres de la guerra de Goya como papel tapiz de collages visuales con figuras y escenas sexuales utilizando una mezcla de inocente perversión que marca su iconografía.
Gorka Larrañaga camina por la ciudad monstruo recogiendo sus huellas de involuntaria inocencia, recicla objetos y folletos publicitarios en su deambular para crear obras pictóricas-fotográfico-escultóricas. El acercamiento de esta mirada se mueve en el universo del entusiasmo y la desbordante excitación que provoca la ciudad, donde el uno y todos se disuelven y anulan para finalmente definirse en eso que es la Ciudad de México; develar sus insoldables misterios es parte de las intenciones de este proyecto.
La propuesta tridimensional de Andrés Amaya es también una irreverente invitación al juego. Produce objetos artísticos que remiten a juguetes sexuales: la nariz-falo de Pinocho, los voluptuosos senos de unos patos y hasta una "silla para hacer el amor", como la bautizó el artista, mezclan la infancia y la adultez radicalizando la experiencia sexual a un nivel irreal.
Con una clara influencia modernista, Alfredo Gisholt también juega pero con un estilo quizás más severo para cuestionar y problematizar el tema de la irrealidad. El artista visualiza una realidad de México pintada desde un territorio distante. Gisholt también utiliza la apropiación como recurso, al igual que Valerie, recuerda a Goya en sus temáticas e inserta el foco del Guernica de Picasso usándolo como un símbolo. De esta manera activa la memoria del espectador provocando una fantasía.
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